viernes, 30 de abril de 2010

Lazarillo De Tormes


La vida de Lazarillo de Tormes y de sus fortunas y adversidades (más conocida como Lazarillo de Tormes) es una novela española anónima, escrita en primera persona y en estilo epistolar (como una sola y larga carta), cuya edición conocida más antigua data de 1554. En ella se cuenta de forma autobiográfica la vida de un niño, Lázaro de Tormes, en el siglo XVI, desde su nacimiento y mísera infancia hasta su matrimonio, ya en la edad adulta. Es considerada precursora de la novela picaresca por elementos como el realismo, la narración en primera persona, la estructura itinerante entre varios amos y la ideología moralizante y pesimista.
Lazarillo de Tormes es un esbozo irónico y despiadado de la sociedad del momento, de la que se muestran sus vicios y actitudes hipócritas, sobre todo las de los clérigos y religiosos. Hay diferentes hipótesis sobre su autoría. Probablemente el autor fue simpatizante de las ideas erasmistas. Esto motivó que la Inquisición la prohibiera y que, más tarde, permitiera su publicación, una vez expurgada. La obra no volvió a ser publicada íntegramente hasta el siglo XIX.

Amadis De Gaula


El Amadís de Gaula es una obra maestra de la literatura medieval fantástica en castellano y el más famoso de los llamados libros de caballerías, que tuvieron una enorme aceptación durante el siglo siglo XVI en la Península Ibérica.

martes, 27 de abril de 2010

Garcilaso de la Vega

Garcilaso de la Vega descendía, por parte de padre, de Íñigo López de Mendoza, marqués de Santillana.[3] Nació en Toledo entre 1494 y 1503, posiblemente en 1498.[1] Quedó huérfano de padre y se educó esmeradamente en la Corte, donde conoció en 1519 a su gran amigo, el caballero Juan Boscán. Seguramente a este debió el toledano su gran aprecio por la lírica del valenciano Ausiàs March, que dejó alguna huella en su obra.
Garcilaso entró a servir en 1520 a Carlos I de España en calidad de miembro continuo de la guardia regia. Aprendió griego, latín, italiano, francés, música y esgrima. Tuvo un amorío con una dama comunera toledana, doña Guiomar Carrillo, de la cual tuvo un hijo que reconoció de forma póstuma, Lorenzo Suárez de Figueroa, nacido hacia 1521, según dice en su testamento: «Don Lorenzo, mi hijo, sea sustentado en alguna buena universidad y aprenda ciencias de Humanidad hasta que sepa bien en esta facultad; y después, si tuviere inclinación a ser clérigo, estudie Cánones, a y si no, dése a las Leyes; y siempre sea sustentado hasta que tenga alguna cosa de suyo». En los años siguientes, Garcilaso luchó en la Guerra de las Comunidades de Castilla y fue herido en la acción de Olías del Rey; también participó en el cerco a su ciudad natal (1522); a finales de ese mismo año se embarcó, en compañía de Juan Boscán y Pedro Álvarez de Toledo y Zúñiga, futuro virrey de Nápoles, en una expedición de socorro que quiso (y no pudo) evitar la caída de Rodas en poder de los turcos; de nuevo resultó herido, esta vez de gravedad.
De vuelta a España fue nombrado caballero de la Orden de Santiago y en 1524 se enfrentó a los franceses en el cerco de Fuenterrabía. A su retorno a Toledo, contrajo matrimonio en 1525 con Elena de Zúñiga, dama de doña Leonor, hermana de Carlos I; por ello Garcilaso entró a formar parte del séquito de ésta. Por entonces empezó a escribir sus primeros poemas según la estética de la lírica cancioneril, que pronto desecharía; además, ejerció un tiempo como regidor de su ciudad natal. El punto de inflexión en su lírica obedece a un día de 1526 en Granada, en los jardines del Generalife y cerca del palacio del emperador, como cuenta Juan Boscán:
Estando un día en Granada con el Navagero, tratando con él en cosas de ingenio y de letras, me dijo por qué no probaba en lengua castellana sonetos y otras artes de trovas usadas por los buenos autores de Italia: y no solamente me lo dijo así livianamente, mas aún me rogó que lo hiciere... Así comencé a tentar este género de verso, en el cual hallé alguna dificultad por ser muy artificioso y tener muchas particularidades diferentes del nuestro. Pero fui poco a poco metiéndome con calor en ello. Mas esto no bastara a hacerme pasar muy adelante, si Garcilaso, con su juicio —el cual, no solamente en mi opinión, mas en la de todo el mundo ha sido tenido por cosa cierta— no me confirmara en esta mi demanda. Y así, alabándome muchas veces este propósito y acabándome de aprobar con su ejemplo, porque quiso él también llevar este camino, al cabo me hizo ocupar mis ratos en esto más fundadamente.
En ese mismo año de 1526, con motivo de las bodas de Carlos V con Isabel de Portugal, acompaña a la Corte en un viaje por varias ciudades españolas y se enamora platónicamente de una dama portuguesa de la reina, Isabel Freyre, que canta bajo el anagrama de Elisa en sus versos, que a ella son debidos. Dicha dama es también destinataria de los versos de su amigo, el poeta y diplomático portugués Francisco Sa de Miranda bajo el nombre de Celia. En 1528 dicta su testamento en Barcelona, donde reconoce la paternidad de su hijo ilegítimo y asigna una pequeña suma de dinero para su educación; poco después da una colección de sus obras a Boscán para que la revise, y seguidamente parte hacia Roma, en 1529. Asiste a la investidura como emperador de Carlos I de España, llevada a cabo en Bolonia en 1530, batiéndose con valentía en la campaña y toma de Florencia contra los franceses (1530). Después se le encarga una breve embajada en Francia. Pero como hizo de testigo en la boda de un sobrino suyo (1531) que era hijo de su hermano el comunero Pedro Lasso, el emperador se disgustó por la participación de Garcilasso en la ceremonia y mandó detenerlo. Se le apresa en Tolosa y se acuerda confinarlo en una isla del Danubio cerca de Ratisbona, descrita por el poeta en su Canción III. La intervención de Pedro de Toledo, ya virrey de Nápoles, en favor de Garcilasso, resultó crucial: aprovechando que en ese año los turcos empezaban a amenazar Viena, hizo ver al Emperador que se necesitaba a Garcilaso, de forma que fue movilizado en ayuda del Duque de Alba. El poeta abandona pues en 1532 el Danubio, donde ya prácticamente era huésped del conde György Cseszneky de Milvány, castellano de Győr, y se establece en Nápoles.
Se integró muy pronto en la vida intelectual de la ciudad, que entonces giraba en torno a la Academia Pontaniana, y trabó amistad con poetas como Bernardo Tasso o Luigi Tansillo, así como con teóricos de la literatura como Antonio Sebastiani Minturno y, en especial, Mario Galeota, poeta enamorado de una hostil napolitana, Violante Sanseverino, «la flor de Gnido», para quien escribe las liras de su quinta canción; también encuentra allí al escritor erasmista Juan de Valdés, quien parece aludir a él junto a otros caballeros en un pasaje de los últimos de su Diálogo de la lengua. En 1533 visita Barcelona y entrega a Juan Boscán una carta «A la muy manífica señora doña Gerónima Palova de Almogávar» que aparecerá, en 1534 y en calidad de prólogo, en su traducción española de El Cortesano de Baldassare Castiglione. Garcilaso de la Vega participó, en 1535, en la campaña africana de Carlos V y, singularmente, en Túnez, en el asedio de La Goleta; de nuevo cae gravemente herido. Estalla la tercera guerra de Francisco I contra Carlos V y la expedición contra Francia de 1536 a través de Provenza fue la última experiencia militar de Garcilaso. El poeta fue nombrado maestre de campo de un tercio de infantería y, en efecto, falleció en octubre de 1536 tras el temerario asalto a una fortaleza en Le Muy, cerca de Fréjus, en la que fue el primer hombre en subir la escala. Trasladado herido a Niza, murió en esta ciudad a los pocos días (13 ó 14 de octubre), asistido por su amigo Francisco de Borja, Duque de Gandía y futuro San Francisco de Borja. Al enterarse, el emperador mandó pasar a cuchillo a los franceses que resistieron en esa fortaleza.

Autorretrato de Rafael


la gioconda


Virgen De Las Rocas De Leonardo Da Vinci


El Moises De Miguel Angel


David De Miguel Angel


la piedad de Miguel Angel


Extasis De Santa Teresa De Jesus Bernini


Apolo y Dafne De Bernini


viernes, 23 de abril de 2010

Expresiones Innecesarias

Mª Ángeles Sastre. En el lenguaje periodístico, pero también en el jurídico, administrativo y político y, en general, en los registros cultos hay una tendencia al estilo hinchado, en exceso pedante, con palabras de gran extensión (de las que nos ocuparemos en otro momento) y con locuciones innecesarias que pueden ser sustituidas por palabras más sencillas y adecuadas sin ese tufo a retórica vacua y afectada que suele envolver a muchas de esas locuciones.

Impropiedades Léxicas

No es infrecuente que en nuestro discurso se deslicen algunas palabras con significados o matices significativos que nos les corresponden o no les son propios. A este tipo de errores se les conoce como imprecisiones o impropiedades léxicas. Los porqués apuntan tanto al desconocimiento del significado exacto de la palabra (algo que muy fácilmente puede ser subsanado si se consultan los diccionarios) como a la tendencia a estirar las palabras, a inflar innecesariamente el discurso con términos más rimbombantes, ostentosos, grandilocuentes o llamativos; e incluso a la semejanza formal, fónica o etimológica entre palabras. Esta semana nos ocupamos del verbo ‘acarrear’. Entre los primeros significados del término los diccionarios registran el de ‘transportar algo en carro’ y, por extensión, ‘transportar mercancías o una carga de un lugar a otro’. Es sinónimo de ‘carrear’, de ‘carricar’ –ambos registrados en el diccionario académico con las marcas de desusado y anticuado, respectivamente– y de ‘carrejar’ –que no aparece registrado en la última edición del diccionario de la RAE–. Otro significado de ‘acarrear’ es el de ocasionar o producir un efecto desgraciado o desafortunado, es decir, tener como resultado o consecuencia directa los efectos que se indican. Funcionan como sinónimos ‘ocasionar’, ‘producir’, ‘traer consigo’, ‘provocar’, ‘causar’, ‘conllevar’, etcétera. De acuerdo con el contenido de esta definición, el complemento de ‘acarrear’ necesariamente tiene que aludir a algo que se sienta como negativo o desafortunado o como una lacra social: Las imprevisiones pueden acarrear disgustos; La caza acarrea peligros; Dejar las cosas para última hora suele acarrear desorganización; Los monopolios reducen la competitividad y acarrean perjuicios para los usuarios; Se estima que las ratas acarrean más de setenta enfermedades y son responsables de la transmisión de varias infecciones a los humanos; Buena parte de los adultos que se exponen al sol están bien informados de los peligros que acarrean los rayos ultravioleta; Las guerras permanentes acarreaban hambruna, prostitución y mendicidad; Es una prioridad minimizar los males que acarrean los imperativos de la política exterior. En consecuencia, puesto que algo solamente puede acarrear algo sentido como negativo, es impropio un complemento cuyo contenido se sienta como neutro o como positivo. Por tanto, resulta inapropiado desde el punto de vista léxico que algo pueda acarrear algo que no sea negativo, como en los casos que a continuación vamos a exponer. En el enunciado ‘Las campañas electorales acarrean una intensificación aguda de la actividad física e intelectual de los líderes políticos’, la ‘intensificación aguda de la actividad física e intelectual’, que sepamos, no es algo malo ni negativo, sino más bien todo lo contrario y algo esperable y propio de una campaña electoral. Por tanto, el uso del verbo acarrear en este enunciado constituye una impropiedad léxica. Habría que decir entonces que Las campañas electorales traen consigo / ocasionan / producen / causan una intensificación aguda e intelectual de los líderes políticos. Lo que es muy posible que acarreen estas campañas es decaimiento, cansancio o agotamiento. Y como estos son efectos que se sienten como negativos, sí que es pertinente (y correcto) en estos casos utilizar el verbo acarrear. Lo mismo ocurre con este otro par de enunciados: ‘Las palabras latinas o griegas acarrean tanto prestigio que, al pasar al español corriente, trastrocan su significado hasta decir lo contrario’; y ‘Las palabras no son inocentes. Existen, nacen, viven y mueren, y durante su existencia acarrean un contenido variable y distinto’. Como pueden apreciar, ni el prestigio en el primer caso (algo positivo), ni el contenido en el segundo (algo neutro) son apropiados como complementos del verbo acarrear. Son, pues, un caso más de impropiedad léxica.Como complementos de ‘acarrear’ pueden funcionar problemas, riesgos, perjuicios, pérdidas millonarias, peligros, molestias, inseguridad, conflictos, obstáculos, costes, errores, daños irreparables, consecuencias dramáticas (nefastas o graves), penas, complicaciones, males, fatalidades, enfermedades, epidemias, tropiezos, remordimientos, apuros, infortunios, lágrimas, monotonía y soledad, remordimientos, etcétera.

martes, 13 de abril de 2010

Fernando de Rojas

Fernando de Rojas
A partir de la edición toledana de 1500, siempre aparecerán en las octavas acrósticas iniciales del “Autor, escusándose de su yerro” los datos sobre su identidad: “El bachjller Fernando de Royas acabó la comedja de Caysto y Melybea, y fve nascjdo en la Puevla de Montalván”, perteneciente en la actualidad la Puebla de Montalbán a la provincia de Toledo.
Sobre su vida pocos datos conocemos, a no ser los extraídos del proceso que el licenciado Hernando de Rojas, nieto de Fernando de Rojas, entabló contra la ciudad de Talavera de la Reina para probar su “hidalguía” (Gilman, 1978: 486-493; Salvador Miguel: 2001: 71-103). Sobre la fecha de su nacimiento podemos conjeturar, a partir de los datos dados por el propio autor (quien afirma que acabó la obra siendo estudiante en Salamanca), que podría tratarse de la década de 1470. Según el proceso de la solicitud de probanza de hidalguía de su nieto, parece ser que los padres de Fernando de Rojas fueron Garci González Ponce de Rojas y Catalina de Rojas. En este mismo proceso se indica que ‘Hernando de Roxas’ es un hidalgo notorio y conocido.
Fernando de Rojas estudió en Salamanca a fines del siglo XV, alcanzando el grado de bachiller, con el que él mismo se nombra en el acróstico inicial, mientras que en la carta de “El auctor a un su amigo” se declara “jurista” y estudiante en derechos (civil y canónico).
Se piensa que posteriormente volvió a la Puebla de Montalbán y allí residió hasta 1508 aproximadamente, pues en dicho año tomó posesión de la alcaldía de Talavera de la Reina, según aparece documentado en los libros de Acuerdos del Ayuntamiento (Valverde Azula: 1992). Ocupó el cargo de alcalde (cuya función era dictar sentencia en los pleitos civiles) y también de letrado, oficio que ejerció durante un periodo dilatado de tiempo, al menos hasta 1538. En Talavera de la Reina se casó con Leonor Álvarez, con la que tuvo varios hijos, siendo su primogénito Francisco de Rojas, a quien lega toda su biblioteca, el cual también ejerció como letrado en dicho Ayuntamiento. Murió en Talavera de la Reina en 1541, según se desprende de su testamento (Valle Lersundi: 1929).
Queda por establecer, finalmente, su presunta filiación de judío converso, según el proceso iniciado en 1525 por la Inquisición a Álvaro de Montalbán, su suegro, por judaizante, quien intentó, sin conseguirlo, que fuera su letrado el bachiller Fernando de Rojas. Este proceso ha servido para catalogar a Rojas de converso, e intentar así explicar algunos aspectos de la Celestina bajo esta corriente judaizante dentro de una sociedad que los perseguía. Sin embargo, los estudios más recientes, así como el que la obra de Rojas jamás tuvo problemas con la Inquisición ni con la Iglesia en el siglo XVI, ha hecho reconsiderar dicha postura. Nada en la obra atisba hacia una actitud de defensa de los planteamientos judaicos ni en defensa de los conversos, y finalmente en todos los otros procesos y peticiones de hidalguía, siempre aparece la familia de Rojas como hidalgos viejos y conocidos. Por ello, hemos de coincidir con Salvador Miguel en que: “lo que realmente interesa es la imposibilidad de explanar la Celestina en función de presuntas claves judaicas, pues la explicación de su argumento como reflejo de un problema racial no se apoya en el más mínimo fundamento; tampoco existe base alguna para pensar que la Tragicomedia plantee una protesta social contra la situación de los conversos; la actitud del autor no deja al descubierto ningún flanco de supuesto ataque a la ortodoxia ni a la Inquisición; ningún aspecto de la obra se aclara desde la perspectiva del Rojas converso” (2001: 85).
A partir de todos estos datos, podemos hacernos una idea de los estudios realizados por el autor, y del ambiente donde se gestó la Celestina. El primer elemento que hay que tener en cuenta es que Rojas, según él mismo comenta en “El Autor a un su amigo” y en “El Autor escusándose de su yerro”, es el continuador de un texto que encontró en Salamanca:
Yo vi en Salamanca la obra presente.Movíme a acabarla por estas razones:la primera, que estó en vacaciones;otra, que oý su inventor ser ciente...
Por tanto, se encontraba en la ciudad de Salamanca realizando sus estudios de derecho, y quién sabe si también en artes, cuando encontró un manuscrito que decidió continuar durante su periodo vacacional. La Universidad de Salamanca destacaba en este momento por sus estudios en los dos derechos (civil y canónico), así como en teología y en artes liberales. Es un periodo capital, pues se asiste al cambio de la enseñanza tradicional mediante la incorporación de las nuevas corrientes del Humanismo italiano y del Nominalismo procedente de la Universidad de París. También influye en los grandes cambios de fines del siglo XV el nacimiento de la imprenta y su capacidad de difusión de los textos, que modificó sustancialmente el modo de educación eminentemente memorística anterior, pues a partir de estos momentos los estudiantes y profesores pueden poseer los ejemplares que se estudian en las universidades y tienen acceso a textos publicados en los lugares más remotos de Europa.
No podemos olvidar, tampoco, la renovación de los estudios de la lengua latina iniciados por Nebrija, cuyas Introductiones latinae seguían siendo el manual escolar principal, y cuyos discípulos (Alonso de la Cámara, Cerezo, etc.) fueron contemporáneos de Rojas. Por Salamanca pasaron ilustres humanistas italianos, como es el caso de Lucio Marineo Sículo, Lucio Flamminio, Pedro Mártir de Anglería o el portugués Arias Barbosa, que afianzaron la renovación intelectual. En este ambiente cultural, en donde los estudios de las obras clásicas terencianas y la comedia humanística latina formaban parte del bachillerato en artes, se educó Fernando de Rojas, y por tanto, es en este ambiente donde se encuadra perfectamente la Comedia de Calisto y Melibea, continuando y modificando dicha tradición escolar y universitaria. Proaza, humanista y corrector de la obra, afirma en los versos finales:
No debuxó la cómica manode Nevio ni Plauto, varones prudentes tan bien los engaños de falsos sirvientesy malas mugeres, en metro romano. Cratino y Menandro y Magnes ancianoesta materia supieron apenaspintar en estilo primero en Athenas,como este poeta en su castellano. (pp. 612-3)

Fotos







La Celestina


La Celestina es el nombre con el que se conoce desde el siglo XVI a la obra titulada primero Comedia de Calisto y Melibea y después Tragicomedia de Calisto y Melibea, atribuida casi en su totalidad al bachiller Fernando de Rojas. Es una obra de transición entre la Edad Media y el Renacimiento escrita durante el reinado de los Reyes Católicos y cuya primera edición conocida data de 1499. Constituye una de las bases sobre las que se cimentó el nacimiento de la novela y el teatro modernos.
Existen dos versiones de la obra: la Comedia (1499, 16 actos) y la Tragicomedia (1502, 21 actos). La crítica tradicional ha debatido profusamente el género de La Celestina, dudando si clasificarla como obra dramática o como novela. La crítica actual coincide en señalar su carácter de obra híbrida y su concepción como diálogo puro, quizá para ser recitado por un solo lector impostando las voces de los distintos personajes ante un auditorio poco numeroso. Sus logros estéticos y artísticos, la caracterización psicológica de los personajes —especialmente la tercera, Celestina, cuyo antecedente original se encuentra en Ovidio—, la novedad artística con respecto a la comedia humanística, en la que parece inspirarse, y la falta de antecedentes y de continuadores a su altura en la literatura occidental, han hecho de La Celestina una de las obras cumbre de la literatura española y universal.

viernes, 9 de abril de 2010

Jorge Manrique


Por lo general, se supone que Jorge Manrique de Lara y Figueroa nació en Paredes de Nava, (Palencia) , aunque también cabe la posibilidad de que naciese en Segura de la Sierra, (Jaén) , cabeza de la encomienda que administraba el maestre Rodrigo Manrique, su padre, y principal estancia de los Manrique. También se suele afirmar que nació entre la segunda mitad de 1439 y la primera de 1440, pero lo único cierto es que no nació antes de 1432, cuando quedó concertado el matrimonio de sus padres, ni después de 1444, cuando Rodrigo Manrique, muerta doña Mencía de Figueroa, madre de Jorge Manrique y natural de Beas de Segura, pidió dispensa para casarse de nuevo.
La misma indeterminación existe en torno a su infancia, que quizá transcurrió en Segura de la Sierra, y su juventud, hasta 1465, año en que un documento le cita por vez primera. Lo que es seguro es que asumió por completo la línea de actuación política y militar de su extensa familia castellana: como sus demás parientes, fue partidario de combatir a los musulmanes y participó en el levantamiento de los nobles contra Enrique IV siempre a favor de su primo, el infante don Alonso de Estúñiga, que aspiraba al priorato de San Juan; intervino en la victoria de Ajofrín y también jugó un papel en las intrigas y luchas en torno a la subida al trono de los Reyes Católicos, a favor de Isabel I y contra Juana la Beltraneja.
Su padre, Rodrigo Manrique, Conde de Paredes de Nava, que era maestre de la Orden de Santiago (aunque nunca fue oficialmente reconocido como tal), fue uno de los hombres más poderosos de su época y murió víctima de un cáncer que le desfiguró el rostro en 1476. Su madre murió cuando Manrique era un niño. Estudió Humanidades y las tareas propias de militar castellano. Su tío, Gómez Manrique, era también poeta eminente y autor dramático, y no faltaron en su familia otros hombres de armas y letras. La familia de los Manrique de Lara era una de las más antiguas familias nobles de España y poseía algunos de los títulos más importantes de Castilla, como el Ducado de Nájera, el Condado de Treviño y el Marquesado de Aguilar de Campo, así como varios cargos eclesiásticos. Jorge Manrique se casó en 1470 con la joven hermana de su madrastra, doña Guiomar.
A los 24 años participa en los combates del asedio al castillo de Montizón (Villamanrique, Ciudad Real), donde ganará fama y prestigio como guerrero. Su mote era ni miento ni m'arrepiento. Permaneció un tiempo preso en Baza (Granada), donde murió su hermano Rodrigo, tras su entrada militar en la ciudad para ayudar a sus aliados, los Benavides, frente a los delegados regios (el conde de Cabra y el mariscal de Baena). Se enroló después con las tropas del bando de Isabel y Fernando en la guerra contra los partidarios de Juana la Beltraneja. Como teniente de la reina en Ciudad Real, junto a su padre don Rodrigo, hizo levantar el asedio que a Uclés habían puesto Diego López Pacheco y el arzobispo de Toledo Alfonso Carrillo de Acuña. En esa guerra, en una escaramuza cercana al castillo de Garcimuñoz en Cuenca, defendido por el Marqués de Villena, fue herido de muerte en 1479, probablemente hacia la primavera. Como con el nacimiento, hay distintas versiones sobre el suceso: algunos cronistas coetáneos como Hernando del Pulgar y Alonso de Palencia dan testimonio de que murió en la misma pelea, frente a los muros del castillo, o justo a continuación.[3] Otros, como Jerónimo Zurita, sostuvieron con posterioridad (1562) que su muerte tuvo lugar días después de la batalla, en Santa María del Campo de Rus (Cuenca), donde estaba su campamento. Rades de Andrada señaló cómo se le encontraron entre sus ropas dos coplas que comienzan ¡Oh mundo!, pues que me matas.... Fue enterrado en el monasterio de Uclés, cabeza de la orden de Santiago. La guerra terminó pocos meses después, en septiembre.
Señor de Belmontejo, comendador de Montizón, Trece de Santiago, duque de Montalvo por concesión aragonesa y capitán de hombres de armas de Castilla, fue más un guerrero que escritor, pese a lo cual fue también un insigne poeta, considerado por algunos como el primero del Prerrenacimiento. El idioma español sale de la Corte y de los monasterios para encontrarse con el autor individual que, frente a un hecho trascendental de su vida, resume en una obra todo el sentir de su corta existencia y salva para la posteridad no sólo a su padre como guerrero, sino a sí mismo como poeta.

romance del conde olinos

Madrugaba el Conde Olinos,mañanitas de San Juan,a dar agua a su caballoa las orillas del mar,Mientras el caballo bebe,se oye un hermoso cantar;las aves que iban volandose paraban a escuchar.Desde las torres más altasla Reina le oyó cantar.-Mira hija, como cantala sirenitadel mar.-No es la sirenita, madre,que ésta tiene otro cantar;es la voz del Conde Olinosque por mí penando está.-Si es la voz del Conde Olinosyo le mandaré matar;que para casar contigole falta sangre real.-No le mande matar, madre,no le mande usted matar;que si mata al Conde Olinosa mí la muerte me da.Guardias mandaba la Reinaal Conde Olinos buscar,que le maten a lanzadasy echen su cuerpo a la mar.La infantina, con gran pena,no cesaba de llorar.Él murió a la media nochey ella, a los gallos cantar.

escuela de traductores de toledo


El nombre de «Escuela de traductores de Toledo» designa en la historiografía, desde el siglo XIII, a los distintos procesos de traducción e interpretación de textos clásicos greco-latinos alejandrinos, que habían sido vertidos del árabe o del hebreo a la lengua latina sirviéndose del romance castellano o español como lengua intermedia, o directamente a las emergentes «lenguas vulgares», principalmente al castellano. La conquista en 1085 de Toledo y la tolerancia que los reyes castellanos cristianos dictaron para con mahometanos y judíos facilitaron este comercio cultural que permitió el renacimiento filosófico, teológico y científico primero de España y luego de todo el occidente cristiano. Hoy, la prestigiosa y antigua Escuela de Traductores de Toledo es uno de los institutos culturales e investigadores de la Universidad de Castilla-La Mancha y tiene su sede en el antiguo Palacio del Rey Don Pedro en la toledana Plaza de Santa Isabel.

La Pradera De San Isidro


La pradera de San Isidro (1788) es una de las obras más comentadas y valoradas de Francisco de Goya. Se trata de un boceto pintado para una serie de cartones para tapices destinados a la decoración del dormitorio de las infantas del Palacio de El Pardo. Con la muerte de Carlos III el proyecto quedó inacabado, y el cuadro, que iba a medir siete metros y medio de longitud, quedó en este delicioso apunte. El cuadrito pasó a propiedad de los duques de Osuna hasta 1896, año en que fue adquirido por el Museo del Prado.
En él se muestra una vista de Madrid desde la ermita de San Isidro patrón de la ciudad, el día de la romería.

Iglesia de San Martin de Fromista


La iglesia de San Martín de Frómista, situada en el Camino de Santiago, fue construida en la segunda mitad del siglo XI por orden de doña Mayor de Castilla, como parte de un Monasterio de San Martín, hoy desaparecido. Las primeras noticias en las que se hace referencia a esta iglesia datan del año 1066, en el que ya se había iniciado su construcción. Su estilo se relaciona con el románico de la zona de Palencia, así como con la Catedral de Jaca.