Garcilaso de la Vega descendía, por parte de padre, de Íñigo López de Mendoza,
marqués de Santillana.
[3] Nació en
Toledo entre
1494 y
1503, posiblemente en
1498.
[1] Quedó huérfano de padre y se educó esmeradamente en la Corte, donde conoció en 1519 a su gran amigo, el caballero
Juan Boscán. Seguramente a este debió el toledano su gran aprecio por la lírica del valenciano
Ausiàs March, que dejó alguna huella en su obra.
Garcilaso entró a servir en
1520 a
Carlos I de España en calidad de miembro continuo de la guardia regia. Aprendió
griego,
latín,
italiano,
francés,
música y
esgrima. Tuvo un amorío con una dama comunera toledana, doña
Guiomar Carrillo, de la cual tuvo un hijo que reconoció de forma póstuma,
Lorenzo Suárez de Figueroa, nacido hacia
1521, según dice en su testamento: «Don Lorenzo, mi hijo, sea sustentado en alguna buena universidad y aprenda ciencias de Humanidad hasta que sepa bien en esta facultad; y después, si tuviere inclinación a ser clérigo, estudie Cánones, a y si no, dése a las Leyes; y siempre sea sustentado hasta que tenga alguna cosa de suyo». En los años siguientes, Garcilaso luchó en la
Guerra de las Comunidades de Castilla y fue herido en la acción de
Olías del Rey; también participó en el cerco a su ciudad natal (
1522); a finales de ese mismo año se embarcó, en compañía de
Juan Boscán y
Pedro Álvarez de Toledo y Zúñiga, futuro virrey de
Nápoles, en una expedición de socorro que quiso (y no pudo) evitar la caída de
Rodas en poder de los
turcos; de nuevo resultó herido, esta vez de gravedad.
De vuelta a España fue nombrado caballero de la
Orden de Santiago y en
1524 se enfrentó a los
franceses en el cerco de
Fuenterrabía. A su retorno a
Toledo, contrajo matrimonio en
1525 con
Elena de Zúñiga, dama de doña Leonor, hermana de
Carlos I; por ello Garcilaso entró a formar parte del séquito de ésta. Por entonces empezó a escribir sus primeros poemas según la estética de la
lírica cancioneril, que pronto desecharía; además, ejerció un tiempo como regidor de su ciudad natal. El punto de inflexión en su lírica obedece a un día de 1526 en Granada, en los jardines del
Generalife y cerca del palacio del emperador, como cuenta
Juan Boscán:
Estando un día en Granada con el Navagero, tratando con él en cosas de ingenio y de letras, me dijo por qué no probaba en lengua castellana sonetos y otras artes de trovas usadas por los buenos autores de Italia: y no solamente me lo dijo así livianamente, mas aún me rogó que lo hiciere... Así comencé a tentar este género de verso, en el cual hallé alguna dificultad por ser muy artificioso y tener muchas particularidades diferentes del nuestro. Pero fui poco a poco metiéndome con calor en ello. Mas esto no bastara a hacerme pasar muy adelante, si Garcilaso, con su juicio —el cual, no solamente en mi opinión, mas en la de todo el mundo ha sido tenido por cosa cierta— no me confirmara en esta mi demanda. Y así, alabándome muchas veces este propósito y acabándome de aprobar con su ejemplo, porque quiso él también llevar este camino, al cabo me hizo ocupar mis ratos en esto más fundadamente.
En ese mismo año de 1526, con motivo de las bodas de
Carlos V con Isabel de Portugal, acompaña a la Corte en un viaje por varias ciudades españolas y se enamora platónicamente de una dama portuguesa de la reina,
Isabel Freyre, que canta bajo el anagrama de Elisa en sus versos, que a ella son debidos. Dicha dama es también destinataria de los versos de su amigo, el poeta y diplomático portugués
Francisco Sa de Miranda bajo el nombre de Celia. En
1528 dicta su testamento en
Barcelona, donde reconoce la paternidad de su hijo ilegítimo y asigna una pequeña suma de dinero para su educación; poco después da una colección de sus obras a Boscán para que la revise, y seguidamente parte hacia
Roma, en
1529. Asiste a la investidura como emperador de
Carlos I de España, llevada a cabo en Bolonia en
1530, batiéndose con valentía en la campaña y toma de
Florencia contra los franceses (
1530). Después se le encarga una breve embajada en
Francia. Pero como hizo de testigo en la boda de un sobrino suyo (
1531) que era hijo de su hermano el comunero
Pedro Lasso, el emperador se disgustó por la participación de Garcilasso en la ceremonia y mandó detenerlo. Se le apresa en Tolosa y se acuerda confinarlo en una
isla del
Danubio cerca de
Ratisbona, descrita por el poeta en su Canción III. La intervención de Pedro de Toledo, ya virrey de
Nápoles, en favor de Garcilasso, resultó crucial: aprovechando que en ese año los turcos empezaban a amenazar Viena, hizo ver al Emperador que se necesitaba a Garcilaso, de forma que fue movilizado en ayuda del Duque de Alba. El poeta abandona pues en
1532 el
Danubio, donde ya prácticamente era huésped del conde
György Cseszneky de Milvány, castellano de
Győr, y se establece en
Nápoles.
Se integró muy pronto en la vida intelectual de la ciudad, que entonces giraba en torno a la
Academia Pontaniana, y trabó amistad con poetas como
Bernardo Tasso o
Luigi Tansillo, así como con teóricos de la literatura como
Antonio Sebastiani Minturno y, en especial,
Mario Galeota, poeta enamorado de una hostil napolitana, Violante Sanseverino, «la flor de Gnido», para quien escribe las
liras de su quinta canción; también encuentra allí al escritor
erasmista Juan de Valdés, quien parece aludir a él junto a otros caballeros en un pasaje de los últimos de su Diálogo de la lengua. En
1533 visita
Barcelona y entrega a
Juan Boscán una carta «A la muy manífica señora doña Gerónima Palova de Almogávar» que aparecerá, en
1534 y en calidad de prólogo, en su traducción española de El Cortesano de
Baldassare Castiglione. Garcilaso de la Vega participó, en
1535, en la campaña africana de Carlos V y, singularmente, en
Túnez, en el asedio de
La Goleta; de nuevo cae gravemente herido. Estalla la tercera guerra de
Francisco I contra Carlos V y la expedición contra
Francia de
1536 a través de
Provenza fue la última experiencia militar de Garcilaso. El poeta fue nombrado maestre de campo de un tercio de infantería y, en efecto, falleció en
octubre de
1536 tras el temerario asalto a una fortaleza en
Le Muy, cerca de
Fréjus, en la que fue el primer hombre en subir la escala. Trasladado herido a
Niza, murió en esta ciudad a los pocos días (13 ó 14 de octubre), asistido por su amigo
Francisco de Borja, Duque de Gandía y futuro
San Francisco de Borja. Al enterarse, el emperador mandó pasar a cuchillo a los franceses que resistieron en esa fortaleza.