A la entrada de los puertos, construidos por los romanos solía haber altas torres que servían de faro a imitación del célebre de Alejandría erigido por Ptolomeo II y el cual recordando las piras de apoteosis, estaba formado por pirámides truncadas puestas en disminución una sobre otras. A veces, también se empleaban como faros figuras colosales. Tal era el Coloso de Rodas.[1]
Durante la Edad Media, los faros no fueron objeto de ningún perfeccionamiento salvo en su decorado que a veces fue notabilísimo. En el siglo XVII no eran todavía los faros más que hogueras de madera de carbón que ardían en tederos o bien hermosas lámparas encerradas dentro de linternas de vidrio hasta que en 1782 el ingeniero Teulère reemplazó tan imperfectos medios por lámparas de reflectores parabólicos.[1]
En el siglo XIX, la iluminación de los faros dio un paso inmenso con la invención por parte de Fresnel de los lentes de escalones, compuestos por un vidrio central de forma ordinaria rodeado por una serie de anillos de poco espesor cuyo perfil es de tal manera que todos tienen el mismo foco principal Al mismo tiempo inventó Fresnel con Arago las lámparas de torcidas concéntricas que producen una intensa luz equivalente a muchas lámparas Cárcel.[1]
En épocas anteriores, los faros tenían un guardafaros que acostumbraba a vivir en el mismo faro, y que debía ocuparse del mantenimiento y de la limpieza del faro, sobre todo de las instalaciones lumínicas. Actualmente, los faros que siguen en uso son operados en su mayoría de forma automática, y vigilados a distancia.
Durante la Edad Media, los faros no fueron objeto de ningún perfeccionamiento salvo en su decorado que a veces fue notabilísimo. En el siglo XVII no eran todavía los faros más que hogueras de madera de carbón que ardían en tederos o bien hermosas lámparas encerradas dentro de linternas de vidrio hasta que en 1782 el ingeniero Teulère reemplazó tan imperfectos medios por lámparas de reflectores parabólicos.[1]
En el siglo XIX, la iluminación de los faros dio un paso inmenso con la invención por parte de Fresnel de los lentes de escalones, compuestos por un vidrio central de forma ordinaria rodeado por una serie de anillos de poco espesor cuyo perfil es de tal manera que todos tienen el mismo foco principal Al mismo tiempo inventó Fresnel con Arago las lámparas de torcidas concéntricas que producen una intensa luz equivalente a muchas lámparas Cárcel.[1]
En épocas anteriores, los faros tenían un guardafaros que acostumbraba a vivir en el mismo faro, y que debía ocuparse del mantenimiento y de la limpieza del faro, sobre todo de las instalaciones lumínicas. Actualmente, los faros que siguen en uso son operados en su mayoría de forma automática, y vigilados a distancia.